Bailando con Mastines

 

    Después de haber escrito durante los últimos veinte años una respetable cantidad de kilos de papel (con, creo yo, reconocido entusiasmo) sobre los orígenes del Mastín del Pirineo, su evolución histórica, su recuperación y sus circunstancia generales como raza en Aragón, fuera de Aragón y allende los Pirineos, los cuidados necesarios y el estándar comentado, entre otros temas referidos a nuestro querido moloso pirenaico, he creído que, al escribir el texto para esta nueva versión de nuestra página web sobre la raza de mi vida y de mis entretelas, la aportación de este “mostinero” podría tener un talante menos trascendente para pasar a referirme sobre lo que significa el privilegio de convivir a diario con unos perros cuya existencia ha marcado la mía propia.  

Yvonne Blasa de la Tajadera del Tío Roy Ch. Yoni Bi Gud de la Tajadera del Tío Roy

    Desde que era un crío, de uno u otro modo, el Mastín del Pirineo ha estado siempre presente en mi vida. Con la perspectiva lejana de mis sensaciones infantiles en torno a los grandes perros berrendos que tenía mi familia en Cuarte y Loarre, en la provincia de Huesca y con mi experiencia de adulto como criador de Mastines al lado de la tajadera de Roy (la “tajadera” existe y no es si no una pequeña compuerta metálica para regular el riego en el páramo donde yo vivo. Yo solamente le añadí lo de “el Tío”...), podría decirse que mi vida ha estado siempre bastante “amastinada”, que no es exactamente lo mismo que “aperreada”.    

Aria de la Tajadera del Tío Roy

    Parece obvio afirmar a estas alturas que sin criadores no hay razas, entendiendo por criadores aquellas personas que, con gran sacrificio (y esto, créame amigo lector, no es un lugar común), intuición y paciencia, dedican su tiempo libre y, a veces, el que no lo es tanto, al difícil arte de la selección y mejora de una raza canina. Criar Mastines del Pirineo ha tenido, además, la dificultad añadida de la falta absoluta de referencias, compensada, eso sí, por la apasionante actividad de descubrir aspectos nuevos de nuestra raza en la cotidiana labor de cría propia y de mis compañeros del Club del Mastín del Pirineo de España, los cuales -sin excepción-  siempre me han echado una mano en todo cuanto los he necesitado y viceversa.  

Gobernuda II de la Tajadera del Tío Roy

      Pero el hecho de saber que uno tiene su responsabilidad como criador no debe excluir la posibilidad y el derecho a disfrutar con la compañía de tus perros. No cabe duda de que es en el día a día, en la convivencia diaria con tus ejemplares, lo que permite a un criador conocer la esencia de su  raza mejor, ayudándote a observar las virtudes y defectos que tienen tus amigos de cuatro patas y, si eres mínimamente responsable, a buscar los medios para potenciarlas y corregirlos, respectivamente. Pero es que, además, si toda la actividad de un criador, que se supone debe ser, ante todo, un amante de los animales, se reduce a Exposiciones, Campeonatos y juicios “muy técnicos”, al final acaba uno perdiendo la perspectiva, el norte, la ilusión (por no mentar el oremus) e incluso las amistades, pues no sobran las personas dispuestas a soportar indefinidamente a pesados de tal porte.

 

Azerolla de la Tajadera del Tío Roy